sábado, 10 de diciembre de 2011

Hoy comienzo a utilizar este invento

   Desde hace algún tiempo venía yo en mis soliloquios barruntando esto de escribir algunas de mis reflexiones ocasionales en un "blog", tarea siempre pospuesta por la paralizante sensación, que a veces me invade a la hora de acometer ciertas tareas, sobre todo, por desconocer cómo se hacen, a falta de un "manual de instrucciones" y, también, cómo acertar en los caminos que habré de tomar y rechazar.
   He sabido, no obstante, que solo se aprende a hacer bien las cosas haciéndolas, y que no se alcanza la felicidad al llegar a ninguna meta, sino que es en el propio caminar, conjugado en gerundio, donde comienza y se agota aquélla.  
   Así que hoy al fin, en el anochecer de este frío sábado 10 de diciembre de 2011 en que se cumple el 63º aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos de la ONU, y se celebra la patrona de Mérida, desde donde lo escribo, tras aparcar otras tareas, acaso más rentables, me ha parecido un buen momento para empezar a juntar estas letras sin saber muy bien, todavía, por qué, ni para qué, ni el rumbo de este barco que, con lentitud, por la inexperiencia del capitán en su manejo, acaba de zarpar del puerto mi computadora.
   Bien preveo, es obvio, que pocos serán quienes lean lo que aquí escriba. En principio, nada justificaría tal pérdida de tiempo, ni tan siquiera al ocioso internauta, más allá de la simple curiosidad, y tal vez, ni eso.
   Sin embargo, no está de más quedar aquí plasmado lo escrito en este extraño y moderno papiro digital guardado en una "nube" de ignoto paradero, aunque sea tan solo para mi, pero de libre acceso, a disposición de quien lo quiera ver. Pero ocurre que si alguien quisiera leer mis cosas, ¿cómo podría saber que están escritas aquí? Pienso que incluso a esos escasos interesados no les será fácil llegar a este blog. 
   Sea lo que fuere, al menos con estas incipientes palabras ya hemos roto el hielo que tenía paralizada esta desconocida nave, así que, desde ahora, comenzamos nuestra singladura. 
   Ya veremos a dónde nos lleva y qué aventuras nos depara.